PRÁCTICA 10. LA EDUCACIÓN EN 2050 CON CHATGPT
Aprender como forma de estar en el mundo
En las siguientes líneas expongo el proceso de creación de un relato con la herramienta ChatGPT. He realizado cinco prompts en total y este ha sido el resultado. Aunque no lo he pedido, todos los relatos propuestos se acompañan de un título.
PRIMER PROMPT: "Crea un relato breve sobre cómo será la educación en la España del 2050".
RESPUESTA:
Título: "Aula 2050: Aprender Sin Fronteras"
En la España del año 2050, la educación ya no tiene muros. Las aulas físicas siguen existiendo, pero se han transformado en espacios de encuentro sensorial, donde la tecnología y la empatía caminan juntas. Cada alumno asiste desde donde elige: algunos lo hacen desde casa, otros desde centros comunitarios, y muchos desde las propias aulas híbridas que flotan entre lo real y lo virtual.
Los profesores, ahora llamados mentores cognitivos, no enseñan contenidos —eso lo hace la IA personalizada, que adapta cada lección al estilo de aprendizaje, intereses y estado emocional del estudiante—. En cambio, los mentores se dedican a guiar, inspirar y ayudar a sus alumnos a descubrir su propósito. No califican, sino que acompañan.
Los libros han dejado paso a entornos inmersivos. En historia, los alumnos caminan por la antigua Roma gracias a simulaciones hápticas; en ciencias, manipulan partículas dentro de aceleradores virtuales. La geografía no se estudia, se explora. Idiomas como el inglés o el chino ya no se aprenden, se experimentan: los estudiantes viven temporadas en entornos simulados con hablantes nativos, donde incluso pueden fallar sin miedo.
La inteligencia artificial educativa en España está regulada por una Carta Ética del Aprendizaje, desarrollada con participación ciudadana. Cada alumno tiene un avatar educativo que crece con él desde los tres años hasta la universidad o la formación profesional, sugiriéndole caminos, recursos y retos, pero sin imponer. No hay una sola vía: la educación es modular, fluida, continua. Aprender es un derecho y también un placer.
En las zonas rurales, antiguos colegios cerrados se han reconvertido en núcleos de saber autónomo, donde los mayores enseñan oficios y sabiduría vital, conectados al sistema nacional mediante redes cuánticas de datos. Así, la brecha entre campo y ciudad ya no existe.
Un niño llamado Leo, de doce años, termina hoy su jornada con una sesión de pensamiento crítico. Ha debatido con estudiantes de otras partes del mundo sobre cómo afrontar el cambio climático en sus comunidades. No ha memorizado, ha creado. No ha repetido, ha cuestionado.
Y al cerrar su entorno de aprendizaje, sonríe. Sabe que no estudia para aprobar, sino para transformar. En la España de 2050, la educación no es una etapa: es una forma de estar en el mundo.
SEGUNDO PROMPT: Ahora crea un relato en el que toda esta información, escrita en forma de diario de una profesora de 49 años, es encontrada en una cápsula del tiempo por una niña de 10 años del año 3000.
RESPUESTA:
Título: "El Diario de la Profesora Vega"
Año 3000, Territorio Ibérico Unificado, Ciudad-Arrecife de Gadir 9
Mi nombre es Ilia. Tengo 10 años. Hoy, mientras explorábamos los acantilados del Mar Interior con la clase de Ciencias del Tiempo, encontré una cápsula de memoria enterrada bajo las ruinas de lo que fue, según el mapa histórico, una escuela del siglo XXI. Estaba oxidada, cubierta de raíces, pero intacta. La abrimos en el laboratorio de interpretación histórica. Dentro había una tableta antigua. Al encenderla con adaptadores de energía, encontramos un único archivo: “Diario de la Profesora Vega. Año 2050.”
Esto es lo que decía:
4 de abril de 2050
Hoy me he emocionado. Después de tantos años de cambios, de huelgas, de reformas que no entendían nada… por fin siento que la educación es lo que siempre soñé. Tengo 49 años. Empecé como maestra cuando los niños aún cargaban mochilas y memorizaban listas. Ahora, veo a mis alumnos debatir sobre filosofía con estudiantes de Ghana, programar mundos virtuales donde resuelven problemas sociales, y emocionarse al vivir en Roma o Tenochtitlán sin moverse del aula.
Las aulas… ya no son lugares de castigo o control. Son espacios vivos. Y si no quieren venir, no importa: los avatares les siguen allá donde estén. El aprendizaje es continuo, personal, libre. Ya no tengo que calificar con números. ¿Cómo medir la curiosidad o la bondad de alguien?
Yo ahora los guío. Los escucho. Les enseño a hacerse preguntas más que a dar respuestas. La IA nos ayuda: adapta, sugiere, pero no reemplaza. Porque al final, lo humano sigue siendo lo esencial. La risa de un alumno al comprender algo, su frustración al fallar, su alegría al crear… eso no lo puede sentir ninguna máquina.
Mis colegas del pueblo, en la escuela circular de la sierra, enseñan a los niños a sembrar, a entender la tierra, a leer las estrellas. Y están conectados a la red cuántica. Ya no hay distancia entre un niño de Madrid y uno de un pueblo de 20 personas.
Lo que más me emociona es que mis alumnos no estudian para un examen. Estudian para cambiar el mundo.
He dejado este diario como una cápsula del tiempo. Para quien lo encuentre, quizás en 100 o 1000 años: esto fue posible. La educación cambió. Cambiamos.
Y mereció la pena.
— Vega Cañadas, mentora cognitiva.
Escuela Mosaico 12, Córdoba, España. Año 2050.
Después de leerlo, me quedé en silencio. Se lo mostré a mi guía de aprendizaje, que me dijo:
—Ilia, este es un tesoro. Ahora sabes de dónde venimos.
—¿Y crees que ella estaría orgullosa de cómo aprendemos hoy? —pregunté.
—Estoy segura de que sí —me dijo sonriendo—. Pero también te diría: “sigue mejorándolo”.
He decidido guardar este diario en la Biblioteca de Saberes Recuperados. Pero también escribiré el mío. Por si alguna niña del año 4000 quiere saber cómo aprendíamos nosotros.
Porque como decía la profesora Vega: aprender no es una etapa. Es una forma de estar en el mundo.
TERCER PROMPT: Quiero que mantengas todo, solo que Ilia vive con el resto de la humanidad en otro planeta porque el medio ambiente dejó de ser una preocupación para los dirigentes desde el año 2065.
RESPUESTA:
Título: "El Diario de la Profesora Vega"
Año 3000, Colonia Humana de Nüa-Tellus, Cuarta Luna de Gliese 581g
Me llamo Ilia. Tengo 10 años. Vivo en Nüa-Tellus, la segunda colonia más antigua de los Exiliados Terrestres. Dicen que mis tatarabuelos nacieron en la Tierra, pero yo nunca la he visto más que en simulaciones. Está cerrada, protegida, en cuarentena ambiental. La llamamos “el Jardín Muerto”. El éxodo comenzó después del 2065, cuando los gobiernos decidieron que ya era más fácil irse que reparar lo roto.
Hoy, durante una excursión arqueológica guiada en la cúpula de simulación terrestre de la Universidad de Memoria Histórica, encontramos algo increíble. Un grupo de nosotros estaba escaneando una réplica de las ruinas de un antiguo centro educativo en lo que fue el sur de Iberia. El modelo incluía estructuras originales rescatadas antes del cierre del planeta. Allí, enterrada entre bloques de plástico y metal erosionado, hallamos una cápsula de tiempo real.
Dentro había una tableta antigua. Casi nadie en la colonia sabe cómo se usaban, pero uno de los intérpretes históricos la activó con una fuente de energía adaptada. Solo tenía un archivo:
“Diario de la Profesora Vega. Año 2050.”
Esto es lo que decía:
4 de abril de 2050
Hoy me he emocionado. Después de tantos años de cambios, de huelgas, de reformas sin alma… por fin siento que la educación es lo que siempre soñé. Tengo 49 años. Empecé cuando los niños aún llevaban mochilas, memorizaban fechas y aprobaban con sudor.
Ahora, los veo vivir el aprendizaje. Caminan por la historia dentro de simulaciones inmersivas. Discuten con jóvenes de otros continentes sobre ética, biodiversidad, soluciones climáticas. No estudian por obligación, sino por curiosidad. No memorizan; cuestionan.
Las aulas ya no son jaulas. Son entornos híbridos, vivos. Y si no están físicamente, no importa: sus entornos de aprendizaje los siguen donde vayan. La inteligencia artificial personaliza cada recorrido. Los mentores —como yo— guiamos, no evaluamos.
En las aldeas, donde antes cerraban escuelas, florecen ahora núcleos autónomos de saber. Los mayores enseñan oficios, cultura ancestral, cuidado del entorno. Todo conectado. Ya no hay periferias.
Y lo mejor: los niños no estudian para un examen. Estudian para entender, para transformar, para amar este mundo. Este planeta.
Ojalá nunca lo olviden. Ojalá lo cuiden.
He dejado este diario como cápsula del tiempo. Para quien lo encuentre, quizás dentro de cien o mil años: que sepa que fue posible. Que supimos hacerlo bien. Que, aunque fue tarde para muchas cosas, la educación cambió. Y cambió vidas.
—Vega Cañadas, mentora cognitiva
Escuela Mosaico 12, Córdoba, España. Año 2050
Cuando terminé de leerlo, me quedé sin palabras. Lo leí dos veces más esa noche, dentro de mi módulo de descanso, flotando en la gravedad reducida de Nüa-Tellus. Lo sentí como una carta perdida. No solo para mí, sino para todos nosotros, los que nunca pisamos la Tierra.
Le pregunté a mi guía de aprendizaje:
—¿Ella supo que perderíamos el planeta?
—Tal vez lo intuía —me dijo—. Pero no dejó de enseñar. Ni de creer.
—¿Crees que estaría triste si supiera que lo dejamos atrás?
—Triste, sí… pero también esperanzada. Porque tú estás aquí. Y estás leyendo esto.
He pedido que el diario se guarde en la Biblioteca de Saberes Recuperados. Pero también he empezado a escribir el mío. Por si alguna niña del año 4000, en otro mundo lejano, quiere saber cómo aprendíamos nosotros.
Porque, como dijo la profesora Vega:
Aprender no es una etapa. Es una forma de estar en el mundo. Incluso si ese mundo ya no es el mismo.
CUARTO PROMPT: Solo cambia la edad de Ilia. Quiero que tenga 20 años y que se encuentre en una exploración universitaria en Lanzarote. Concretamente en Caldera Blanca.
RESPUESTA:
Título: El Diario de la Profesora Vega
Año 3000. Expedición Universitaria a la Tierra. Zona Restringida: Caldera Blanca, Lanzarote.
Me llamo Ilia, tengo 20 años y estudio Historia de la Tierra en la Universidad de Nüa-Tellus. Hoy, mientras explorábamos los restos del Parque Natural de los Volcanes, en la antigua isla de Lanzarote, encontré algo que no estaba en ningún registro: una cápsula de tiempo, enterrada entre las grietas solidificadas de la Caldera Blanca.
Fue durante una prospección con el escáner subvolcánico. Recibimos una señal anómala, y tras remover una capa de ceniza fósil y roca porosa, apareció una caja metálica oxidada, sellada con una cerradura mecánica. No llevaba ningún sistema de defensa ni identificación oficial, algo poco común en los depósitos arqueológicos terrestres.
Dentro, encontramos una tableta. Una auténtica tableta del siglo XXI. Uno de los técnicos la encendió con una batería de adaptación y conseguimos acceder a su único archivo:
“Diario de la Profesora Vega. Año 2050.”
Esto es lo que decía:
4 de abril de 2050
Hoy me he emocionado. Después de tantos años de reformas sin alma, políticas sin pies ni cabeza y aulas grises, por fin siento que la educación es lo que siempre soñé. Tengo 49 años. Empecé en un sistema agotado, donde los niños memorizaban para aprobar y los profesores enseñábamos para sobrevivir.
Pero todo cambió.
Ahora mis alumnos viven el aprendizaje. Caminan virtualmente por la historia, debaten en tiempo real con jóvenes de otros continentes, experimentan la ciencia en laboratorios cuánticos. No estudian por miedo. Aprenden por deseo.
Las aulas son espacios híbridos, flexibles, sensoriales. Y si no quieren venir físicamente, no importa. El entorno de aprendizaje les acompaña allá donde estén. Yo ya no califico. Guío. Inspiro. Escucho. Enseño a preguntar más que a responder.
En los pueblos, donde antes cerraban escuelas por "ineficientes", florecen núcleos autónomos de saber. Los mayores enseñan oficios, el respeto por la tierra, y la historia no escrita en los libros. Todo conectado por redes que ya no entienden de distancias.
Y lo mejor: ya no estudian para exámenes. Estudian para transformar su entorno. Para cuidarlo.
He dejado este diario como cápsula del tiempo. Por si alguien, algún día, quiere saber cómo fue cuando por fin entendimos que educar no era domesticar, sino liberar.
Ojalá, si alguien lo encuentra, esté en un mundo donde esto no se haya olvidado.
— Vega Cañadas, mentora cognitiva.
Escuela Mosaico 12, Córdoba, España. Año 2050.
Cerré la tableta lentamente. Me encontraba sentada al borde del cráter de la Caldera Blanca, mirando un horizonte que ya no tenía océano, ni verde, ni viento limpio. La Tierra se perdió poco después de aquel año. 2065 fue el punto de no retorno, cuando los gobiernos abandonaron los acuerdos ecológicos y priorizaron la colonización de exoplanetas. El éxodo fue la única salida.
Ahora, solo unos pocos pueden volver con permisos científicos. Nosotros, los universitarios, somos testigos arqueológicos de un planeta herido, casi silenciado.
Le mostré el diario a la doctora Rashid, nuestra supervisora de misión.
—¿Crees que Vega imaginó esto? —le pregunté.
—No. Pero se aseguró de sembrar esperanza, aunque supiera que quizás ya era tarde.
Esa noche, bajo la cúpula protectora que nos separa del aire tóxico, copié el diario palabra por palabra en mi cuaderno digital. He solicitado que el original sea trasladado a la Biblioteca de Saberes Recuperados de Nüa-Tellus, en la sección “Voces desde la Tierra”.
Y he comenzado un diario propio. No sé si alguien lo leerá dentro de mil años, en otra luna, otro planeta, otro cielo. Pero quiero dejar constancia. Quiero que sepan que una vez, alguien en la Tierra creyó que educar era salvar.
Porque como dijo la profesora Vega: aprender no es una etapa.
Es una forma de estar en el mundo. Aunque ese mundo ya no sea el mismo.
QUINTO PROMPT: Mantén todo, pero cambia: el diario de Vega tiene que ser el de tu primera propuesta, pero ubicado en Lanzarote en el año 2050. También, en la cápsula del tiempo, aparte del diario, debe haber la grabación del álbum de Cruz Cafuné, Maracucho Bueno Muere Chiquito. Mantén el final anterior.
RESPUESTA (RELATO FINAL):
Título: El Diario de la Profesora Vega
Año 3000. Expedición Universitaria a la Tierra. Zona Restringida: Caldera Blanca, Lanzarote.
Me llamo Ilia, tengo 20 años y estudio Historia de la Tierra en la Universidad de Nüa-Tellus. Formo parte de una misión universitaria enviada a la Tierra: un planeta clausurado desde hace siglos, contaminado hasta el límite de lo habitable, y hoy solo accesible con permisos científicos especiales.
Estamos en Lanzarote, una de las pocas zonas volcánicas que aún conserva estructuras físicas visibles de lo que fue la superficie original. Fue aquí, en las grietas del borde norte de la Caldera Blanca, donde encontramos una cápsula de memoria anclada entre la roca. Parecía casi integrada al terreno, pero un leve parpadeo en el escáner multiespectral delató su existencia.
Dentro, había dos objetos cuidadosamente conservados:
-
Una tableta digital antigua, aún funcional con un adaptador de energía.
-
Un archivo de audio sellado en formato físico, con la inscripción:
“Cruz Cafuné – Maracucho Bueno Muere Chiquito (2050 Remaster)”
El archivo de texto en la tableta se titulaba:
“Diario de la Profesora Vega. Año 2050.”
Ubicación: Lanzarote, Islas Canarias, España.
Esto es lo que decía:
4 de abril de 2050
Hoy me he emocionado. Después de tantos años de cambios, de huelgas, de reformas que no entendían nada… por fin siento que la educación es lo que siempre soñé. Tengo 49 años. Empecé como maestra cuando los niños aún cargaban mochilas y memorizaban listas. Ahora, veo a mis alumnos debatir sobre filosofía con estudiantes de Ghana, programar mundos virtuales donde resuelven problemas sociales, y emocionarse al vivir en Roma o Tenochtitlán sin moverse del aula.
Las aulas… ya no son lugares de castigo o control. Son espacios vivos. Y si no quieren venir, no importa: los avatares les siguen allá donde estén. El aprendizaje es continuo, personal, libre. Ya no tengo que calificar con números. ¿Cómo medir la curiosidad o la bondad de alguien?
Yo ahora los guío. Los escucho. Les enseño a hacerse preguntas más que a dar respuestas. La IA nos ayuda: adapta, sugiere, pero no reemplaza. Porque al final, lo humano sigue siendo lo esencial. La risa de un alumno al comprender algo, su frustración al fallar, su alegría al crear… eso no lo puede sentir ninguna máquina.
Mis colegas del pueblo, en la escuela circular de la sierra, enseñan a los niños a sembrar, a entender la tierra, a leer las estrellas. Y están conectados a la red cuántica. Ya no hay distancia entre un niño de Madrid y uno de un pueblo de 20 personas.
Lo que más me emociona es que mis alumnos no estudian para un examen. Estudian para cambiar el mundo.
He dejado este diario como una cápsula del tiempo. Para quien lo encuentre, quizás en 100 o 1000 años: esto fue posible. La educación cambió. Cambiamos.
Y mereció la pena.
— Vega Cañadas, mentora cognitiva.
Lanzarote, España. Año 2050.
Cuando terminé de leerlo, me quedé inmóvil, sentada frente al cráter, rodeada por la bruma artificial que nos protege del aire tóxico. Abrí el archivo de audio. El sonido era crudo, emocional, con ritmos que nunca había escuchado en directo. Algunos versos hablaban de identidad, de origen, de pérdida. Otros, de esperanza en medio del colapso. Cruz Cafuné. Un nombre que apenas sobrevivía en los registros musicales coloniales. Pero ahí estaba, resonando desde un pasado que parecía más vivo que el presente.
Me acerqué a la doctora Rashid, nuestra guía.
—¿Crees que Vega supo que todo esto desaparecería? —le pregunté.
—No lo sé —me respondió—. Pero dejó algo para que no desapareciera del todo.
Esa noche, al volver a nuestra base de operaciones bajo la cúpula, copié el diario y digitalicé el álbum. He solicitado su traslado a la Biblioteca de Saberes Recuperados de Nüa-Tellus, donde será clasificado como “Memoria Educativa y Cultural de Última Generación Terrestre”.
Y he empezado a escribir mi propio diario.
Porque si alguna vez alguien en otro planeta quiere saber cómo éramos, qué sentíamos, qué soñábamos… que al menos escuchen esto.
Porque como dijo la profesora Vega:
Aprender no es una etapa.
Es una forma de estar en el mundo.
Aunque ese mundo ya no sea el mismo.
PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN SOBRE EL USO DE CHATGPT
A. ¿Conoces la herramientas de ChatGPT? ¿Qué opinas del uso de la IA en Educación?
Creo que en la actualidad es imposible no conocer la herramienta de ChatGPT, fundamentalmente tras haber cursado esta asignatura. Yo, hasta este año, solo la había utilizado para traducir resúmenes de trabajos y artículos. Creo que puede ser realmente útil en el ámbito académico, sobre todo si su empleo está "regulado". Al final, incluso a quien no le guste la inteligencia artificial, debe aceptar su uso por parte del alumnado, que la va a utilizar con o sin su permiso. Ahora bien, es importante conocer las diferentes herramientas para instruir a los más jóvenes en un uso ético y responsable que pueda resultar enriquecedor.
B.
¿Ha sido difícil su uso? Comenta si te ha ayudado o te ha dificultado el
trabajo.
Considero que el uso de ChatGPT y otras herramientas similares es intuitivo. Quizá lo más difícil es crear prompts eficientes, pero supongo que esto será para cuestiones más difíciles de tratar. En mi caso, me ha facilitado el trabajo para traducir, por ejemplo. Lo cierto es que no la suelo usar, pero no porque esté en contra de hacerlo. Simplemente no tengo el hábito. Supongo que en un futuro naturalizaré su uso de manera orgánica porque creo que puede facilitar el trabajo y la organización.
C.
El relato que has obtenido ¿es similar al que tú hubieras escrito?
Le he dado bastantes indicaciones, así que es posible, aunque con un estilo diferente. Tampoco creo que la primera idea de la educación en 2050 era demasiado utópica, por eso he añadido la idea de otra generación desde una perspectiva más pesimista y crítica, aunque con el toque divertido del álbum de Cruz Cafuné.
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